No descubrimos nada si decimos que la escena musical
argentina, específicamente en lo que refiere al rock (aunque no únicamente),
está en uno de sus mejores momentos históricos. Es increíble la cantidad y la
calidad de todo lo que se ve y se escucha por estos días en muchísimas ciudades
de nuestro querido país.
Hace unas semanas salió uno de los mejores discos de esto
que hablaba en el párrafo anterior, de la genial escena musical argentina.
La danza de los principiantes es una obra de una belleza
suprema. A pesar del muy buen disco anterior de Mi Amigo Invencible -La
nostalgia soundsystem, título brillante y una serie de muy buenas canciones-,
este disco nuevo supera todo lo posiblemente imaginado que podría venir a
continuación y se ubica ocupando el lugar -al humilde parecer del escribiente-
de la tercera de las grandes joyas que está generando esta movida (en lo que a
discos se trata, la movida da muchas grandes joyas por fuera de los discos pero
acá nos interesan los discos y tan sólo algunas cositas más).
Un disco conceptual, y saben que acá a eso le damos una
valor extra, donde el pasado, el presente y el futuro se interconectan en un
mismo espacio atemporal donde el carácter rector está dado por la experiencia y
el amor. Los colores, texturas y climas conquistan los territorios impasibles
de la idea y otorga la madurez fresca e inocente que habita en el surco
conceptual que recorre la totalidad del disco.
Sensible, bello, melódico e inteligente. Una joya de esta
cosa creativa, caliente -y también de alguna manera- colectiva que se formó en
el rock argentino de la segunda década del tercer milenio.
La Máquina del tiempo, el Gato blanco atrincherado, los
Puentes rotos o la que lleva el nombre del disco están entre los mejores
momentos de un conjunto de canciones tan potentes, como intrigantes y hermosas.
Maridajes
Cuando: en un viaje al pasado
Dónde: en un espacio atemporal
Cómo: disfrutando este momento del rock argentino