Es probable que las canciones sean menos fáciles de digerir que en los otros discos. También es probable que el sonido final tenga la misma dificultad. Es quizás entendible que alguien reclame “la voz está muy escondida”, “las guitarras y las baterías en raras alturas” o que simplemente diga que no le gusta el sonido. Es evidente que las diferentes -muchas, muchísimas- guitarras y las diferentes -varias- voces superpuestas no se encuentran todas en el mismo plano. Sin embargo, todas esas ¿imperfecciones? del sonido final no afectan al disco, sino que podemos decir que lo potencian.
Es un disco que hace una épica de la relación. Y por eso es un disco puramente social. Lo que hace por demás particular -y bella- a esta forma de composición y producción por capas es su contenido relacional. La relación se construye a partir de la superposición de capas de sonido. La multiplicación de los distintos fraseos y timbres -baterías acústicas, bases rítmicas electrónicas, pianos, guitarras procesadas y muchas más guitarras y otras guitarras dialogando con aquellas primeras, violines, acordeones y trompetas, además de infinidad de voces- se produce a través de una confrontación donde todos ellos en forma de capas se superponen y conservan su ratio, pero donde también entran en relación con sus pares. Allí comienza a jugar una mixtura libre de referencias. Los signos musicales se confrontan y se relacionan. La mezcla de todo este cúmulo de sentidos se da en forma de montaje, casi como en el cine, las partes intentan alcanzar un todo que se oculta bajo los telones del mundo simbólico. La construcción de una compleja trama sonora es el resultado del juego.
El tesoro de los inocentes podría perfectamente ser un disco trágico, cargado de opuestos, fuera de quicio. Un rock disonante. La disonancia propia de la vida social y política moderna. Es un discurso múltiple.
El tesoro de los inocentes es una furibunda crítica de -y a- la cultura en general, y de -y a- la cultura rock en particular, realizada desde 14 canciones de tonos menores, poderosas y disonantes. Muy Solari. Y es ahí que volúmenes, ecualizaciones, planos y el montaje final aportan -quizás sin intención- a esa crítica.
Maridajes
Cuándo: de noche (la obra de Solari además de ser urbana es muy nocturna)
Dónde: sentado en una mesa cuadrada de madera
Cómo: con un whisky (para mí, escocés, gracias)
Indio Solari -
No hay comentarios:
Publicar un comentario