Sueño y valeriana no hicieron otra cosa que hacerme recordar a Rubén Goldín. Así se dio la charla y así caí en el recuerdo de este lindo (aunque un poco desparejo) disco y en esa genial canción que por ella sola Goldín se ganó -para mi humilde entender- un lugar entre los próceres de la década del ’80.
Rubén Goldín se hizo conocido en el mercado del rock allá a mediados de la década del ’80 cuando desembarcaron en las bateas (concepto ochentoso si los hay, eh) y los escenarios del rock porteño esa caterva de rosarinos que conformaban entre otros Jorge Fandermole, Lalo de los Santos o Adrián Abonizio. Y Rubén Goldín era el jovenzuelo de voz dulce -y un poco spinettiana- de la comunidad.
En 1988 Goldín editó éste, su segundo disco, Profano, y en él hay 3 ó 4 canciones que no debería dejar de escuchar ningún oído. Y una que merece entrar al Olimpo: Sueños de Valeriana.
Ando difícil de dormir. Le pongo palabras a las cosas. Me acordé de Goldín y de esta gran canción. Así que vamos para adelante, la barrera es el tiempo, pero cerrar la puerta no es ninguna solución, claro. Las cosas que dejamos de hacer y aún llaman. Un gran signo de pregunta.
Maridajes
Cuándo: cuando no puedas dormir
Dónde: cruzando la barrera
Cómo: con una infusión -con un poco de miel-
Rubén Goldín -
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