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miércoles, 9 de marzo de 2011

In rainbows

Ni siquiera el mejor disco de la banda, el disco que cambió radicalmente la historia del rock universal, el disco que inauguró una nueva era, es tan parejo como este disco. Ni siquiera OK Computer logra la armonía y la estabilidad de este disco de Radiohead. Mientras aquel tiene -seamos extremistas- todo su potencial revolucionario resumido en una única canción, quizás en dos, y el resto son canciones que podrían ir muy bien en cualquier otro disco de la banda, In rainbows es un disco excepcional por la paridad cualitativa y la belleza de todas las canciones que lo integran.













Cuando nada más podría esperarse de una banda, después de cambiar la mentalidad y la forma de escuchar música en el mundo moderno, y tras algunos discos en los que explotaron su virtud derridiana, pero en los que los resultados eran complejos y desparejos, Radiohead aparece en 2007 con este disco que, además de ser una piedra preciosa en su contenido, fue editado -tan acorde a los tiempos que corren, pero una vez revolucionando las formas del mercado- en internet, para ser descargado “a la gorra” pagando el descargador lo que pudiese o quisiese pagar. (Recuerdo haberlo “comprado” por absurdos U$S 0,1.)

Las 10 canciones que lo forman son un todo inasible que se recorre incansablemente, con una leve sonrisa en la cara, y que se complementan a la perfección. (Tengo la profunda convicción de que el pelado Pablo piensa lo mismo que pienso yo de este disco.)

El fin de semana estuve viajando por la llanura húmeda pampeana y una buena proporción de las aproximadas 12 horas que pasé montado en buses lo hice escuchando una y otra vez este disco que no deja de asombrarme y enamorarme con su estabilidad emocional del primero -15 steps- al último -Videotape- de los temas.

Maridajes

Cuando: cuando el silencio de la naturaleza te acompañe

Dónde: en viaje

Cómo: auriculares e intercalando ojos cerrados con ojos que miran el paisaje que queda atrás



Radiohead - Bodysnatchers






sábado, 5 de marzo de 2011

Reimagines Gershwin

Hoy decidí utilizar la mañana del sábado para arreglar cuestiones domésticas. Empresa que me llevó a visitar el vivero del barrio para acomodar algunos vegetales de la terraza. Mientras esperaba a que me atendieran, el vivaracho (¿así se llamará quien atiende en un vivero?) envolvía una maceta de la clienta que me precedía, como hacen siempre en estos casos, en hojas de diario. La casualidad es que lo hacía con la tapa del suplemento Espectáculos del ya no tan grande diario argentino de -imagino- hace poco menos de un año. Imagino esta fecha debido a que vi una foto de toda la tapa del genial Brian Wilson, por motivo de la edición de este disco que nos convoca.
Creo haberles comentado lo que pienso y siento por este músico, y también recuerdo que habíamos hablado acerca de que aún hoy, después de toda su desgastante vida, seguía produciendo maravillas musicales. Ok, ese es el tema.














La cosa es que esa tapa del suplemento Espectáculos me llevó hasta el año pasado cuando Brian editó este disco en el que, si faltaba algo para completar la necesidad urgente de escucharlo, canta y reimagina al más grande compositor de la historia que circula por ese fino límite que hay entre la música clásica y la música popular. Tachame la doble.

George Gershwin murió hace 74 años pero dejó una grandiosa obra. Wilson la retoma e incluso da el cierre final a alguna canción que aquel dejara inconclusa.

Brian Wilson reaimagines Gershwin no es un disco de Wilson ni tampoco un disco de Gershwin. Es un disco de ambos. Juntos, bien juntos. Un disco que seduce desde la increíble composición del newyorkino y enamora desde la hermosa interpretación del californiano. Una brisa cálida de universalidad para sacudir el ropaje de la estéril y almidonada estructura mental.

Yo lo escuché medio desesperadamente durante las semanas siguientes a su salida, luego me lo dejé un poco olvidado, pero siempre, siempre, hay un vivaracho que te hace acordar de las buenas cosas de la vida.

Maridajes

Cuándo: sábado por la mañana

Dónde: en la terraza, mientras arreglás un poco el planterío

Cómo: seducido y enamorado por estos genios de la música de todos los tiempos


Brian Wilson - I got rhythm






jueves, 3 de marzo de 2011

Santaolalla

El músico que cambió de era antes que la propia era cambie de sí es Gustavo Santaolalla. El tipo nos tiene acostumbrados a adelantar los espíritus de época. La lee antes.

Allá en los tempranos 70 fue el más hippie de los hippies, con rulos largos, vincha en la cabeza, con los yoguis Ara y Dana, y con una banda que en el ranking de nombres y esencias hippies ocupaba el primero, segundo y tercer puesto juntos. Posteriormente rompió Arco Iris y editó un discazo con una banda que adelantaba lo que iba a venir a finales de esa década.

Pero eso era poco y, como siempre, la leyó. Dejó todo, se fue a Los Ángeles, armó una banda con un ex Crucis y dos yanquis, que tocaba new wave cuando en Argentina esas dos palabritas gringas eran sólo una idea del futuro. Nada aceptada. Editó un muy buen EP (en Los Ángeles pero con jugadores de Boca en la tapa) con Wet Picnic que tiene unas profundas reminiscencias al Bowie de esos años.













Pero la cosa es que para 1982 Santaolalla se volvió solamente para editar Santaolalla, concebido en gringolandia, que adelantó toda la música de estas tierras. Andaba rodando por ritmos que acá nada de nada. Pelaba reggae, consolidaba la new wave, mantenía la lengua filosa, ya entendía el post punk y peinaba los raros peinados nuevos, brindando a todo el rock argentino -consolidados y nuevitos- la posibilidad de no tener que innovar ni improvisar sobre un terreno desconocido. Él ya había dado vuelta la página.

Y además tuvo TV color antes que el resto y se lo contó a su madre que miraba las telenovelas en blanco y negro en El Palomar. Y hamburguesas, cervezas, pollos fritos y el último de Kiss. Y bailes discos. Y radios que pasaban rock’n’roll. Demasiado.

(Anécdota, siempre hay una: con aproximados 14 ó 15 adolescentes años estaba escuchando el ensayo de una banda de mi pequeño pueblo que era la primera que existía en mi vida y la única que tocaba en ese momento en el pueblo, que hacían únicamente covers -no sabía que más tarde iba a odiar a las bandas que hacen únicamente covers- y entre su repertorio estaba Ando Rodando; la cosa es que en los 3 ó 4 minutos que dura esa canción (yo estaba apoyado contra una pared de la sala mientras la banda ensayaba esta canción) experimenté una sensación que nunca jamás había vivido -y creo que nunca jamás volví a vivir- que se podría definir quizás con palabras como mística, trascendentalidad, realidad aparte o como quieran llamarla, pero fue muy pero muy muy extraña, esto nunca se lo había contado a nadie, ¿habrá sido responsabilidad de Santaolalla?)

Maridajes

Cuándo: cuando quieras anticipar lo que va a venir

Dónde: en el futuro imperfecto

Cómo: rodando, por el camino, buscando



Gustavo Santaolalla - Ando rodando






17 caramelos

¿Les había contado mi opinión acerca de que uno de los tipos que más grande hizo y hace al rock argentino es Ariel Minimal?

Bueno, si no lo hice anteriormente se los digo ahora.

Sí recuerdo que antes habíamos hablado del tema Minimal y habíamos dicho que tiene y/o tuvo varios proyectos musicales -entre los que podríamos sumar al sello Azione Artigianale, la discográfica que mejores discos publica por estos días y que además es tan independiente como artesanal-, todos ellos gloriosos. Aún no hablamos de muchos discos que se merecen una urgente entrada como sus bellísimos solistas, el mejor de los Fabulosos Cadillacs, el que sacaron en dúo con Florencia Ruiz, o casi cualquiera de los de Pez, la banda power más power de la escena contemporánea en este país.













Luego de terminar su ingreso a los 90 con Minimals, Ariel forma una banda con la que editan un único disco -aunque hay otro grabado nunca editado- que titulan 17 caramelos. Martes Menta es, junto a otras glorias de esos tempranos años de la década infame, parte del movimiento que modernizó los escenarios musicales de la Argentina (que fueron acunados bajo el manto de Soda Stereo durante la etapa Dynamo del trío) y que sembraron el caldo de cultivo para la existencia de la escena indie que hoy transfunde la sangre que mantiene con vida al rock argentino.

17 caramelos es un disco crudo y bello de una banda que nació para revolucionar y, sin más, morir. El estilo, tan acorde a ese momento, sónico, y la frescura de la juventud caprichosa de Martes Menta, son marcas que fueron registradas en estas únicas 14 canciones posibles para nuestros oídos.

Un cóctel de rock, guitarras salvajes y voces frontales, un poco de puro hippie, mucho de anarquismo post adolescente, algo de grunge y algo de skate, ínfulas de pertenencia a una generación ruptural, desfachatez libertaria y ganas de cambiar el mundo (un mundo chiquito, personal, pero de cambiarlo al fin, que para 1992 en nuestra patria neoliberal y autista es muchísimo). Algo estaba cambiando, algo estaba naciendo.

Maridajes

Cuándo: todos los días martes

Dónde: en un pequeño mundo de felicidad

Cómo: comiendo 17 caramelos de menta



Martes Menta - Cabezazos contra la pared






martes, 1 de marzo de 2011

Houses of the holy

Esto es casi por encargo. Pero de ninguna manera es por encargo. Aunque Matías se lo merece (si hasta le cambié el color a las letras).

Sabemos que los mitos son el embrujo del lenguaje, sólo por ello podemos seguir viviendo. Y si entendemos que el lenguaje de Led Zeppelin es diferente al lenguaje de los seres humanos podremos entender por qué siempre jugaron con el lenguaje. Y con los mitos.













Houses of the holy es un disco especial en la discografía de Led Zeppelin. Algunas de las cosas que lo hacen especial son casi matemáticas, pero de las matemáticas abstractas. La cuestión es que Houses of the holy es el primer disco de Led Zeppelin que no se llama Led Zeppelin V. Algo que todos imaginaban -así no conocieran el disco- desde que yo acabo de escribir que se llama Houses of the holy. Es más, podría asegurarles que ningún disco de Led Zeppelin se llama Led Zeppelin V, por lo que es evidente que este no es el primero que no se llama así. Pero ese -aquel- era el nombre que le correspondía a Houses of the holy, que no se hubiese llamado Houses of the holy, en la sucesión lógica que llevaban los discos anteriores, por lo que al ser una sucesión serial ninguno de ellos se llamó anteriormente Led Zeppelin V. Aunque si hilamos finito tampoco la serie estaba completa a esa parte ya que Led Zeppelin IV, que nunca se llamó Led Zeppelin IV, había cortado esa serie. Ese nombre es una convención posterior a la salida del disco -que nunca se llamó como la comercialización quiso que se llamara- sino que se lo denominó de muchas maneras tales como Zoso, Runes, Four Symbols, Four, Sticks, Unnamed o Untitled, aunque realmente se llamó, tanto más abstractamente,



por lo que la serie queda discontinua, y por ello mismo Houses of the holy nunca debería haber sido extraño por su nombre. Pero si todo esto que estoy contando en este momento no hubiese sido un mito de aquellos años, ¿Uds. podrían imaginarse cómo yo habría de haber empezado el comentario de este disco? Yo tampoco.

Otro de los mitos de Led Zeppelin pasan por el ocultismo y la magia negra, más especialmente en el nombre de Jimmy Page, y dicen las malas lenguas -y esto es tenebroso- que varias canciones tienen mensajes subliminales satánicos. No quarter es una de ellas (ojo al escucharla).

Además de todas esas rarezas, este disco tiene una suma de ritmos que exploran los Zeppelin por primera vez, y por eso mismo es un disco digno de ser escuchado detenidamente.

También hay mitos con el tema de la tapa de este disco y algo más con las sesiones de grabación. Pero, señores, somos grandes, basta de mitos y de generar pánico en la población, disfrutemos de esta infernal banda. Y, acá, infernal no es lo mismo que satánica, es otra cosa muy diferente. Como el lenguaje de Led Zeppelin.

Maridajes

Cuando: cuando sientas el embrujo de las guitarras de Page

Dónde: en una noche oscura

Cómo: mezclado con tres pelos de gato negro, una pata de conejo y cuatro gotas de sangre de corazón de pollo. No puede fallar



Led Zeppelin - No quarter